Agricultura y sumideros de carbono: mitigando el cambio climático desde el campo

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abril 20, 2020

La innovación es clave para mejorar las prácticas agrícolas, optimizar el uso de recursos y aumentar la productividad y la sostenibilidad del campo. De hecho, según un estudio publicado el pasado octubre en Nature Climate Change, estas mejoras en la gestión de la agricultura y la silvicultura pueden facilitar hasta un tercio de los objetivos del acuerdo de París.

Por tanto, aumentar la capacidad de la tierra agrícola de absorber CO2 es clave en la lucha contra la crisis climática. Tanto es así que se planteó en la reunión del pasado año en Helsinki de los ministros europeos de Agricultura. En el encuentro se propuso apoyar este papel de la agricultura en la lucha contra el cambio climático a través de la PAC.

La agricultura contribuye al cambio climático pero también puede mitigarlo

Pero, ¿qué puede hacer el cuarto sector más contaminante para luchar contra el cambio climático? La realidad es que las emisiones de la agricultura supusieron en el 2018 un 11,9 % de las totales a nivel nacional, según recoge el Inventario Nacional. Son consecuencia de la deforestación, el agotamiento de los suelos por la sobreexplotación y el excesivo laboreo, el cambio de prados, la inadecuada gestión de las zonas húmedas y turberas… Además, el ganado y el uso de fertilizantes son responsables de la emisión de metano y óxido nitroso a la atmósfera. 

La conclusión es clara: si bien la agricultura participa del cambio climático, a la vez que se ve perjudicada por el mismo, también tiene la capacidad de atenuarlo.

La agricultura, como sumidero de carbono para mitigar el cambio climático

Para fomentar el secuestro de carbono es necesario apostar por la biodiversidad. También por nuevas vías como la agricultura de precisión, que permite una mayor productividad y eficiencia en el uso de la energía, y la agricultura de conservación. Esta última, dirigida a un uso eficiente de los recursos naturales, permite además disminuir los costes de producción, sobre todo los energéticos. 

Asimismo, la rotación de cultivos, la reducción del laboreo, la reforestación, la siembra directa y la agrosilvicultura son otras estrategias que se pueden llevar a cabo para fomentar la captura de CO2. En esta línea, para el año 2018 se estimó que la absorción derivada de actividades relacionadas con usos del suelo, cambios de su uso y silvicultura supondría un 11,4% de las emisiones brutas nacionales; una cifra muy a tener en cuenta.

El objetivo: conservar los sumideros de carbono existentes y aumentar el secuestro de carbono

Para poner freno a la crisis climático es esencial reducir las emisiones. Pero, de camino, esta acción imprescindible se puede complementar mitigándolas con la acción de bosques y cultivos leñosos, así como con el secuestro de carbono del suelo. A todo esto se debe sumar, por tanto, la recuperación de las tierras agrícolas degradadas. Así, el sector agrícola se orientará a un triple objetivo: mitigar las emisiones, adaptar el sistema alimentario al cambio climático y trabajar por la seguridad alimentaria.

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