SIGFITO cierra el círculo de la economía verde en la agricultura

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mayo 17, 2016

Por Rocío Pastor

 

Hoy en día se habla a todas horas y en todas partes sobre lo más comentado en el sector ambiental: la Economía Circular. Pero ¿se entiende la idea desde los diferentes sectores, como por ejemplo la agricultura?,  ¿en qué consiste este concepto?

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A lo mejor las palabras economía circular en sí, sacadas de cualquier contexto, pueden sonar a chino al público en general, pero el mensaje lo entiende todo el mundo. Nuestro modelo productivo, resultado de una economía de la abundancia, se basa en usar y tirar, generando una cantidad ingente de residuos. Si éstos no se gestionan como es debido suponen un atentado ambiental incorregible, pero si se reciclan correctamente no dañan al medio ambiente y se pueden aprovechar, recuperando su valor y convirtiendo los residuos en recursos.  Por ejemplo en nuestro sistema SIGFITO, los envases que se tratan correctamente se transforman en conos de carrera, tiestos para macetas, tuberías para el riego. Todo tiene una utilidad.

 

Explicado de este modo el proceso, todo parece muy sencillo, pero en realidad el proceso de la economía circular va más allá de aprovechar los residuos, es un cambio de mentalidad en el que todos los recursos entran en juego, nada se tira, todo se aprovecha y además se busca reducir el uso de recursos a lo estrictamente necesario.

 

La Comisión Europea aprobó el pasado diciembre más de 50 medidas para la Economía Circular en las que la agricultura tiene un papel fundamental. Por ejemplo se contempla: una revisión del Reglamento sobre abonos, para facilitar el consumo en el mercado único de los abonos orgánicos obtenidos a partir de residuos, reforzando el papel de los bionutrientes; una estrategia para el plástico, que aborde los problemas del reciclaje, la biodegradabilidad del mismo y la presencia de sustancias peligrosas en los plásticos y una serie de acciones sobre la reutilización del agua, incluida una propuesta legislativa relativa a los requisitos mínimos para la reutilización de las aguas residuales.

 

Para estos y otros puntos más, la Comisión Europea ha dispuesto de una financiación de más de 650 millones de euros procedentes del programa Horizonte 2020 y de otros 5.500 millones de euros de los Fondos Estructurales.

 

Esto demuestra que los retos de la agricultura van más allá de la producción de alimentos, deben estar orientados a prácticas medioambientalmente sostenibles.  El COPA-COGECA, organización europea que agrupa las cooperativas y organizaciones profesionales agrarias, ya alerta de la necesidad de integrar en la agricultura el enfoque de la economía circular, con el objetivo de que ayude a alcanzar una producción y un consumo más sostenibles. Habla incluso de las 6 erres: repensar, rediseñar, reducir, reutilizar, reciclar, recuperar recursos… Y en este punto es donde la investigación, la innovación y la tecnología,  son también decisivas.

 

No obstante, los agricultores no sólo deben cerrar su propio círculo económico y ambiental, sino que deben participar en el cierre de otros ciclos y es la Administración quien debe facilitar integración de los sectores y por tanto la gestión de los residuos agrarios. Los productores no tienen fácil el cumplimiento de los preceptos de la economía circular en el ámbito de los residuos que generan como profesionales del campo. A día de hoy el agricultor tiene que hacer frente a la gestión de una amplia gama de residuos de los que sólo tienen fácil solución unos pocos, como los que puede gestionar SIGFITO. El resto requiere una gestión administrativa rocambolesca e inaccesible en muchos casos, que dificulta que se traten correctamente. Tan difícil es que ni la administración lo exige  pero, sin entrar en la cadena de valor, podría llegar a dañar  la intachable imagen de la agricultura española.

 

Si queremos que la economía circular funcione  en todos los ámbitos, todos los agentes que participamos en los diferentes procesos que conforman este círculo debemos ser indispensables. Todos compartimos la responsabilidad de que el engranaje de la economía circular genere empleo y bienes de forma sostenible, aprovechando los recursos que nos brinda la naturaleza.

 

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