SIPAM en España: poniendo en valor la diversidad ecológica, agrícola y cultural

La huerta valenciana es el cuarto espacio agrícola y pesquero español en sumarse a la lista de Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). Gestionada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación Agricultura (FAO), esta distinción pone como ejemplo de riego sostenible a este espacio de más de un milenio de antigüedad, que también destaca por su biodiversidad.

 

La huerta de Valencia es regada por el río Turia a través de una red de irrigación por gravedad diseñada en el siglo VIII. Además, cuenta con el Parque Natural de la Albufera, que incluye el lago más grande de España. El entorno alberga una gran variedad de plantas, aves y peces, algunas de ellas en riesgo de extinción. Además, la actividad que se desarrolla en la zona supone una valiosa fuente de ingresos para agricultores y pescadores locales. A esto hay que sumar que sus cítricos cuentan con la etiqueta de Indicación Geográfica por su calidad y variedad.

 

 

 

La huerta valenciana se suma a otras tres zonas de España incluidas en la lista del patrimonio agrícola mundial de la FAO:

 

– El valle salado de Añana (Álava). Esta salina de interior aprovecha cuatro manantiales de agua salada que confluyen en este valle. La explotación está documentada desde el siglo IX. Si bien en la actualidad no tiene uso productivo, se está recuperando como punto turístico.

– Los olivares de Sénia (Tarragona). Desde hace siglos, el cultivo del olivar es protagonista en la comarca del Montsià. La actividad continúa a día de hoy, siendo también un importante referente turístico al contar con 189 olivos milenarios.

– La producción de pasas de uva en la Axarquía (Málaga). Al menos desde hace tres siglos se elaboran de forma totalmente artesanal las pasas malagueñas, con uvas moscatel secadas al sol. Tienen Denominación de Origen, y la zona se incluye en la lista de SIPAM desde 2018.

 

 

Estos Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) son entornos muy valiosos tanto paisajísticamente como a nivel de biodiversidad. En ellos conviven la riqueza agrícola con ecosistemas resilientes, a lo que se suma un destacado patrimonio cultural e histórico.

Se ubican en puntos muy concretos, en los que, de forma sostenible, aportan recursos económicos y alimentarios. Además, suponen un medio de subsistencia de calidad y seguro para muchos pequeños agricultores.

 

Con esta distinción se pretende proteger estos sistemas agrícolas ancestrales. Se encuentran en riesgo tanto por el cambio climático como por la sobreexplotación de los recursos naturales y los movimientos migratorios. En muchos casos resultan inviables económicamente, lo que empuja al abandono de las prácticas agrícolas tradicionales. Esto provoca una enorme pérdida de variedades locales. También se quiere destacar su importancia como base de la innovación agrícola actual y futura.