Un proyecto europeo estudia producir tomates más resistentes a enfermedades y al cambio climático

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octubre 27, 2020

El Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), el centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València han puesto en marcha el proyecto europeo de investigación Harnesstom (Harnessing the value of tomato genetic resources for now and the future).

La iniciativa, que se desarrollará durante los próximos cuatro años, cuenta con un presupuesto de 8,07 millones de euros, de los que 7,04 son financiados por el Programa Marco de Ingestión e Innovación de la UE (Horizonte 2020). El resto lo aportarán empresas participantes y el gobierno de Taiwan.

Bajo la coordinación de Antonio Granell, profesor del CSIC, Harnesstom reúne a 22 instituciones colaboradoras de siete países con el objetivo común de obtener variedades de tomates de mayor calidad y sabor, así como resistentes a enfermedades emergentes y a los retos del cambio climático. El consorcio lo componen pequeñas y medianas empresas, tecnológicas, empresas de cultivo, ONG, asociaciones de agricultores e instituciones académicas de países como España, Bulgaria, Francia, Italia, Israel, Países Bajos y Taiwán.

Según Granell, este proyecto es de gran importancia para el cultivo del tomate, porque permitirá ofrecer al mercado soluciones resistentes a algunos de los nuevos patógenos que están apareciendo, como el virus rugoso del tomate (ToBRFV). También destaca la colaboración de todos los agentes necesarios para que los resultados sean transferidos al mercado con eficacia. En esta línea, cabe mencionar la intención del proyecto de  implicar en el diseño de estrategias innovadoras que redunden en materiales de cultivo adaptados localmente a agricultores, consumidores, chefs y universidades.

Ampliando la diversidad genética del tomate

A pesar de ser un producto muy cultivado y consumido, el tomate tiene una diversidad genética reducida. Esto lo hace especialmente vulnerable a las nuevas enfermedades y a las consecuencias del cambio climático. De ahí el valor de Harnesstom que, aprovechando el esfuerzo de otros proyectos financiados por la UE para conectar fenotipos/genotipos, recopilará, centralizará y normalizará la información para que sea accesible a distintos tipos de usuarios.

Según apunta Granell, con Harnesstom se pone de relieve que incrementar los recursos genéticos es fundamental tanto para conseguir un producto de mejor calidad como para la seguridad alimentaria.

Además, se desarrollarán cuatro programas de preproducción en el marco del proyecto con estos objetivos:

– Introducir resistencias contra las principales enfermedades emergentes.

– Encontrar la mejor adaptación del tomate al cambio climático.

– Mejorar la calidad del producto final.

– Aumentar la resiliencia del tomate tradicional europeo a través de un proceso de mejoramiento participativo.

En el proyecto participa también el Instituto Universitario de Conservación y Mejora de la Agrodiversidad Valenciana (COMAV), un organismo de la Universitat Politècnica de València. Dispone de un banco de germoplasma que será esencial para obtener variedades más resistentes. En él se encuentran una de las mayores colecciones de material genético de tomate y especies silvestres.

El proyecto cuenta con otros cinco socios en España, junto al CSIC y la UPV: el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrícolas (IVIA), el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario Extremadura (CTAEX), Fundación Cajamar de la Comunidad Valenciana, la Asociación de Productores y Comercializadores de la Tomata de Penjar d’Alcala de Xivert y Enza Zaden Centro de Investigación.

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