¿Cómo puede intervenir el ecodiseño para que las trampas de uso agrario puedan ser envases “según la ley”?

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marzo 14, 2019

Con esa pregunta, la directora general de SIGFITO, Rocío Pastor, planteó un interesante debate en la jornada: estrategia circular en los materiales auxiliares de envasado, organizada por el Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (ITENE) y en el que SIGFITO puso de manifiesto la importancia que puede tener la innovación en los nuevos tipos de recipientes que se usan en la agricultura, que no son considerados envases y que dificultan su gestión.

En la agricultura actual cada vez es más frecuente el uso de trampas de captura de insectos. Se trata de objetos de plástico que se colocan especialmente en cultivos leñosos con el objeto de atrapar los insectos que originan las plagas y las enfermedades.  La práctica de usar trampas implica una reducción en el uso de productos fitosanitarios, pero no significa que este tipo de residuos no tengan que ser gestionados correctamente.

Según la Ley 11/97 un envase es todo producto fabricado con materiales de cualquier naturaleza y que se utilice para contener, proteger, manipular, distribuir y presentar mercancías, desde materias primas hasta artículos acabados, en cualquier fase de la cadena de fabricación, distribución y consumo.  Y la Directiva 94/62/CE, además apunta que se considerarán envases los artículos que se ajusten a la definición mencionada anteriormente sin perjuicio de otras funciones que el envase también pueda desempeñar, salvo que el artículo forme parte integrante de un producto y sea necesario para contener, sustentar o preservar dicho producto durante toda su vida útil, y todos sus elementos estén destinados a ser usados, consumidos o eliminados conjuntamente.

Según estas definiciones las trampas de uso agrario al final de su vida útil ya no contienen producto, pero sí insectos, entonces según esta definición ¿Podrían ser envases? La verdad es que estos recipientes se quedan en limbo de la definición, y a merced de la interpretación que haga la Administración de la normativa.

En la actualidad para gestionar estas trampas el agricultor debe contratar los servicios de un gestor para deshacerse correctamente de ellas, pero según nuestra experiencia, dada la complicada gestión, al final las trampas desaparecen con los restos de poda, aparecen en los puntos SIGFITO y/o permanecen colgadas eternamente en los árboles.

Si se consideraran envases SIGFITO las podría recoger aunque tuvieran insectos. Si no fuera así, para poder recogerlas los agricultores tendrían que vaciarlas antes de gestionarlas. ¿Es una buena práctica pedir a los agricultores que las vacíen antes de entregarlas? ¿Sería posible diseñarlas con materiales biodegradables? ¿Se podría con el diseño facilitar el vaciado de estas trampas?

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