agosto 26, 2022
Desde que en 2020 la NASA confirmó que la presencia de agua en la Luna es bastante más extensa de lo que se creía, se inició en paralelo un proceso de investigación para evaluar algo que seguramente sigue sonando a ciencia-ficción: cultivar en la Luna.
La idea puede sonar algo ingenua o incluso innecesaria, pero con los planes de exploración espacial relanzados desde hace unos años, la posibilidad de establecer una pequeña base en la Luna, similar a las que hay actualmente en la Antártida, que sirva como punto de escala o apoyo a misiones que vayan más allá del satélite terrestre está en la agenda de la NASA y de otras agencias espaciales.
La NASA ha trabajado en el avance de la agricultura espacial, además de para poder producir alimentos y nutrientes para comer, porque servirían de apoyo gracias a su generación oxígeno para respirar y tomando dióxido de carbono de las atmósferas artificiales que se generarían..
Pero: ¿Hasta qué punto es posible cultivar en la Luna?
Varias start-ups están investigando modelos que proponen la agricultura vertical hidropónica para establecer pequeños centros de cultivo en el espacio. ¿Y en el terreno?
Ahí, resulta interesante una iniciativa española llamada Green Moon Project. A la cabeza de este grupo se encuentra el ingeniero malagueño José María Ortega-Hernández. Su idea es probar distintas opciones en suelos de Granada y Lanzarote que han comprobado que tiene similitudes con los que podrían tener que trabajarse en el satélite.
Green Moon Project ha recibido interés por parte del Centro de Exploración Espacial de China, y cuenta con el apoyo de Instituto de Geociencias (IGEO) y la Red Española de Planetología y Astrobiología (Redespa) e InnoPlant, empresa creada con el apoyo de la Universidad de Granada, que participa como socio empresarial.
Por ahora, están haciendo pruebas con cultivos hortícolas en Granada para buscar los ciclos de crecimiento y eficiencia más rápidos y con muchas limitaciones de espacio, y la idea es que las pequeñas cápsulas puedan albergar semillas. Para ello, se emplean distintos tipos de regolitos -el suelo que se encontrarán en la Luna o similar- con materiales traídos de Lanzarote (que tiene una composición parecida), otros que imitan el que las misiones han traído del satélite y tierra normal.