De la huerta a casa ¿Por qué se incrementa el precio final de los alimentos frescos?

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diciembre 16, 2020

 

  • Cuando compramos un alimento en una tienda su precio final difiere mucho del precio que recibe un agricultor.
  • El precio de la mandarina sube vertiginosamente desde su producción (0,33€) a su venta en tienda (2,13€) según la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos).

Los precios de los alimentos siguen lo que se denomina una cadena de valor desde su producción a su comercialización en tiendas o supermercados. Las cadenas de valor son el estudio en el que se trabaja sobre los márgenes y costes de distribución y producción desde el origen hasta el consumo.

La clave está en el coste de los productos del campo, que adquieren un precio muy elevado a medida que avanzan por esta cadena. A día de hoy, la mayoría de productos frescos multiplican por tres su precio inicial. Como es el caso de una fruta de temporada como la mandarina y la naranja, cuyos productores llevan años luchando para mejorar sus márgenes de producción.

Organizaciones profesionales agrarias como COAG, apuntan que la cadena de valor referente a los precios atribuye escasos márgenes para los productores, que en ocasiones se ven obligados a trabajar por debajo de los costes de producción. Agustín Herrero, director general de Cooperativas Agroalimentarias de España, apunta que el precio final de los alimentos lo marca el distribuidor y dado la alta competencia entre estos da resultado a precios muy bajos para los productores

La cadena de valor de los productos frescos

Para entender cómo va subiendo el precio de la fruta o verdura, desde su producción hasta su venta, debemos analizar todos los escalones que este tiene que subir hasta llegar a casa del consumidor final. En este gráfico podemos ver de manera simple todos los niveles que un producto debe pasar desde que se recoge en el campo hasta su comercialización en una tienda.

Fuente: Asedas (Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados).

El primer escalón es la producción, donde el precio medio de frutas y hortalizas oscila entre 0,3 y 0,5€. En esta parte del proceso, debemos tener en cuenta los costes de producción y recolección, principalmente la mano de obra, el agua y otros suministros, fertilizantes y fitosanitarios, abonos…

Después, estas frutas y verduras se transportan a la central hortofrutícola, para ser almacenados. El siguiente paso es la manipulación y el envasado, que sube el precio unos 0,3€, teniendo en cuenta la mano de obra, pero también la merma del 20% del total de estos productos, que no llegan a las condiciones suficientes para subir el próximo escalón.

A continuación, los productos escogidos se transportan hacia su destino en camiones, y se entregan en grandes plataformas logísticas para su posterior distribución. En este pequeño escalón el precio suele aumentar no más de 0,05€.

Una vez distribuidos, se almacenan en su destino para su posterior transporte al punto de venta final, estos dos escalones suelen aumentar el precio 0,10€ por kilogramo. Este aumento se deriva del gasto en mano de obra del personal del almacén o plataforma logística, el coste de la actividad en la plataforma de distribución (cámaras, análisis de calidad, luz…) y el transporte al punto de venta final: tienda, mercado, supermercado o gran superficie.

Finalmente, el último escalón es la venta al consumidor en tienda, donde el producto aumenta su precio más de 0,30€. Este precio proviene del beneficio de venta, los gastos en almacenamiento, costes de personal, alimentos que se retiran y del margen neto que establecen los propios establecimientos.

Si nos fijamos en el gráfico, destacan dos escalones que hacen que el precio del producto final se incremente en gran medida: el almacenaje en origen y la manipulación (0,3€) y la venta en tienda o supermercado (0,36€).

Los productos con los precios más altos

Para poder entender qué supone esta subida de precio, podemos hablar de un producto concreto como es la mandarina. Según COAG, la mandarina tiene un precio de origen de 0,33€ que llega hasta los 2,13€ en su precio de destino. Esto supone una diferencia porcentual, es decir, una diferencia de origen-destino de más de un 500% (5 veces el precio que cobra el productor).

Esto es solo un ejemplo, pero encontramos otros productos que de la huerta a la mesa también sufren grandes subidas:

  • La patata pasa de 0,10€ para el agricultor a 1,17€ para el consumidor final (10 veces más).
  • La naranja de 0,25€ a 1,97€ en tienda (casi 8 veces más).
  • El brócoli, de 0,26€ para el productor a 2,45€ el kilo en una compra para cualquier ciudadano.

Observando estos precios, el consumo local o de cercanía parece la mejor opción. Una forma de retribuir adecuadamente a la gente que trabaja en el campo y que además sea síntoma de un producto de calidad y de temporada. Este consumo, que puede darse en muchos casos, de forma directa con el productor en mercados o en tiendas de productos locales hace que la compra sea más sostenible. Además, ya que el transporte se reduce en gran medida y por tanto la huella asociada a estas frutas y verduras. Con un consumo responsable podemos contribuir al comercio de cercanía y a promover unos precios más justos para los productores.

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